la violence, la politique
Publié le 13/04/2016
Extrait du document
«
en la matcria de la que consta el"hombre artificial".
Una materia maleable, transformable, adaptable
y utilizable.
Es, como bien lo ejemplifica la lámina que acompaña las portadas de las primeras
ediciones, un hombre artificial compuesto de miles a quizás millones de pequeños hombre.
Bajo esa
lógica, poco importa el hombre singular y concreto sus dolores, sensaciones y preocupaciones, pues
todos son sacrificables a la gran maquinaria del dios mortal.
Lo que interesa es mantener la cohesión y la"perpetuidad" del dios mortal.
Justamente por ser
mortal, el Estado debe consumir en su propia existencia a los cientos de hombres, también
mortales, pero prescindibles.
Como si fuera una gran hoguera, el Estado va consumiendo uno a uno
sin miscricordia.
Y como el gran monstruo Polifemo, también se siente insatisfecho y es consciente de
su condición finita.
Esta es la gran paradoja a la que no pueden escapar lodos los medios
artificiales, incluidos el Estado.
Son creaciones humanas y como tales están expuestas a su
finitud.
cPero qué pasa con el Estado? Pucs que pretende negar su condición mortal y a cambio de su
propia mortalidad, entrega a la muerte a sus súbditos.
Son, para decirlo descarnadamente, vivos
1925.
moribundos; al momento de nacer, cada hombre ya tiene su lugar en la hoguera y será sacrificado el
dios mortal
Y sin embargo la posibilidad de la muerte del súbdito, es al mismo tiempo el propio límite del
Estado.
Hobbes era perfectamente consciente de este limite.
Si la vida podía ser sacrificada al
Estado, la misma vida era el límile al pacto social.
Todo podía ser sujeto a la negociación del pacto
social; todo excepto la vida misma.
Nadie, nos dice Hobbes puede ser obligado a entregar vida
voluntariamente a la muerte Pocas cosas resultan tan nocivas para el Estado como el hecho de que sus
propios súbditos decidan entregarse a la muerte, pues en la medida en que son su materia, es el
propio Leviatán quien decide cómo y cuándo deben morir.
Ciertamente la función limite que
desempeña la vida queda relegada frente al dispositivo del estado de naturaleza que da pie para la
legitimidad del pacto y posteriormente para la creación de soberano.
Sin embargo, aun en este
supuesto, el límite de la vida sigue subsistiendo, pues no se puede pactar que un subdito entregue su
vida voluntariamente.
El despliega de los argumentos con los cuales Hobbes justifica la creacion del Estado terminan por
hacer que parezca una entidad antológicamente necesaria y políticamente imprescindible.
No es sólo
que su legitimidad se funde en un pacto, sino que termina por ser una especie de necesidad
ontológica en la vida de los hombres.
Existe tanta miseria, guerra, ineslabilidad, dolor y muerte, que
los hombres concluyen por darse cuenta que no pueden continuar en esa situación, y entonces pactan
entre ellos la entrega de sus voluntades a un tercero.
A partir de ese momento, sus propiedades y
libertades quedan subordinadas al dios mortal.
Pero la violencia no es desterrada ni desaparece sino
que se transforma en una violencia cierta, estable, clara y procedimental.
Me explico: si la violencia
en el estado de naturaleza era caótica, múltiple e inestable, pues todos los hombres la podían ejercer
al mismo tiempo y por diversos motivos; ahora, con la creación del soberano, la violencia tiene sus
procedimientos, cuenta con cierto orden y motivos más o menos estandarizados.
La inseguridad y el temor a la muerte ya no dependen de los iguales sino del irresistible soberano.
Se
pasa de la violencia de los muchos a la violencia de uno.
Y este uno-por concentrar en sí toda la fuerza
de los miles o millones de hombres a los que representa maximiza la violencia que detenta.
Por
ello, puede ser una violencia cruel y espectacular, cruel como en las formas que han ensayado los
verdugos y tiranos a lo largo de la historia(empalamiento, ahorcamiento desgarramiento
desmembramiento electrificación, etc.); espectacular como en todas las variedades en que se ha
implementado para exponer públicamente el cuerpo martirizado en la plaza pública o en las cámaras
de inyección letal en algunos Estados contemporáneos.
Que esta forma de dar muerte se pueda
transformar en expresiones más benevolentes de asesinar al criminal (como la previa sedación para
evitar lo más posible el dolor, no hace sino subrayar el espectáculo de un temible soberano que.
»
↓↓↓ APERÇU DU DOCUMENT ↓↓↓
Liens utiles
- Violence et Politique
- Saint-Just: Violence et politique
- MACHIAVEL, HOBBES: politique et violence.
- non-violence (politique & socièté).
- La violence est-elle à exclure du politique ?