LOS SALVAJES ACOMETEN A LAS NINFAS

LOS SALVAJES ACOMETEN A LAS NINFAS

E fue que, hahiéndose alejado muy poco de adonde los pas-tores estaban, salieron de entre unas retamas altas, a mano derecha del bosque, tres salvages, de extrafia grandeza y fealdad. Venian armados de coseletes y celadas, de cuero de tigre. Eran de tan fea catadura, que ponian espanto, los coseletes traian por brazales unas bocas de serpientes, por donde sacaban los brazos que gruesos y vellosos parescian, y las celadas venian a hacer encima de la frente unas espantables cabeças de Icones, le demâs traian desnudo, cubierto de espeso y largo vello, unos bastones herrados de muy agudas puntas de acero. E con una increible ligereza arremeten a eIlas diciendo : e a tiempo estiiis, oh ingratas y desamoradas Ninfas, que os obligaba la fuerça a lo que el amor no os ha podido obligar, que no cra juste que la fortuna hiciese tan grande agravio a nuestros captivos corazones como era dilatalles tanto su remedio. En fin, tenemos en la mano el galardôn de los sospiros, con que a causa vuestra, irnportunàbamos las aves y animales de la escura y encantada selva donde hahitamos, y de las ardientes lagrimas con que haciamos crescer el impetuoso y turhio rio que sus tenierosos campos va regando. E pues para que quedéis con las vidas, no tenéis otro remedio sino dalle a nuestro mal, no deis lugar a que nuestras crueles manos tomen venganza de la que de nuestros afligidos corazones habéis tomado s. Las ninfas, con el stibito sobresalto, quedaron tan tuera de si, que no supieron responder a las soberbias palabras que oian, sine con lagrimas... E sacando (el salvage) el cordel al arco que al cuello traia, tomô las manos de Dorida y muy descomedidamente se las atô y lo mismo hicieron sus compalleros a Cintia y a Polidora. Los dos pastores y la pastora Selvagia, que atônitos estaban de lo que los salvajes hacian, viendo la crueldad con que a las hermosas ninfas trataban, y no pudiendo sufrillo, determinaron de morir o defendellas. E sacando todos tres sus hondas, proveidos sus zurrones de piedras, salieron al verde prado y comienzan a tirar a los salvajes, con tanta maria y esfuerzo, como si en elle les fuera la vida...