Vanina Vanini (espagnol)
Publié le 22/05/2015
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Esto era para Vanina una desventaja.
A medianoche se difundió por el baile una noticia que suscitó bastante interés.
Un joven carbonarlo que
estaba detenido en el fuerte de Sant´Angelo acababa de fugarse, disfrazado, aquella noche y, con un alarde de
audacia romancesca, al llegar al último cuerpo de guardia de la prisión, había atacado a los soldados con un
puñal; pero resultó herido, los esbirros le seguían por las calles siguiendo el rastro de su sangre y se
esperaba que le cogerían.
Mientras contaban esta anécdota, don Livio Savelli, deslumbrado por las gracias y los triunfos de Vanina, con
la que acababa de bailar, le decía, al acompañarla a su sitio y casi loco de amor:
-Pero, por Dios, ¿quién puede conquistar su agrado?
-Ese joven carbonarlo que acaba de fugarse -le contestó Vanína-.
Por lo menos, ése ha hecho algo más que
tomarse el trabajo de nacer.
El príncipe don Asdrúbal se acercó a su hija.
Es un hombre rico que lleva veinte arios sin hacer cuentas con su
administrador, el cual le presta sus propias rentas a un interés muy alto.
Cualquiera que le encuentre en la calle
le tomará por un viejo actor, sin observar que lleva en las manos cinco o seis sortijas enormes con unos
diamantes gordísimos.
Sus dos hijos se hicieron jesuitas y luego murieron locos.
El padre los ha olvidado,
pero le contraría mucho que su hija única, Vanina, no quiera casarse.
Tiene ya diecinueve años y rechaza
partidos brillantísimos.
¿Por qué razón? Por la misma que tuvo Sila para abdicar: su desprecio por los
romanos.
Al día siguiente del baile, Vanina observó que su padre, el más negligente de los hombres y que jamás se había
tomado el trabajo de coger una llave, cerraba con mucho cuidado la puerta de una pequeña escalera que subía
a unas habitaciones situadas en el tercer piso del palacio.
Estas habitaciones tenían unas ventanas que daban
a una terraza con naranjos.
Vanina fue a hacer unas visitas en Roma; al volver a casa se encontró con que la
puerta principal estaba interceptada por los preparativos de una iluminación, y el coche entró por los patios de
atrás.
Vanina miró hacia arriba y le extrañó que estuviera abierta una de las ventanas del piso que con tanto cuidado
había cerrado su padre.
Se desprendió de su señora de compañía, subió a los desvanes del palacio y a fuerza.
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